martes, 13 de junio de 2017

La amabilidad celebrada

¡Jelou, Saurkels!:D

El que haya viajado alguna vez en transporte público (llámese combi o taxi) sabrá que los choferes no son precisamente amables y que si te dirigen una malhumorada mirada es normal, una fruslería por la cual no debe recaer ninguna preocupación. Sin embargo, cuando un chofer dice "buenas tardes" "¿Cómo está?" eso sí que es una sorpresa. Incluso te quedas sin palabras y murmuras torpemente un "Buenas tardes, gracias"

Aquí en mi ciudad hay un chofer que con su amabilidad, sorprendió a todos, alegándole características de las cuales todos debemos ser poseedores. Este amable conductor se hizo del conocimiento de la mayoría de la ciudad, pues televisión, radio y periódico, así como redes sociales, hablaron de él.
Se celebra la amabilidad del chofer porque, hoy en día, ya nadie es amable; incluso puedo decir que en lugar de cortesía hay retazos de una agresividad enmascarada. Yo me incluyo entre ese porcentaje de la población; y, para ser honesta, creo que todos somos unos ojetes.
Somos como zombis serpenteando entre calles con audífonos puestos, aislándonos del mundo exterior, de las desgracias que pasan en el mundo, pero también de lo bello. Somos entes caminando, errantes, por toda la ciudad, a veces con prisa, con mal humor y odio que dejamos soltar al primero que se atreva a cometer un pequeño error.
Somos gente con prisa y que no se detiene; somos gente agresiva. Los de las combis (autobús) con los automóviles, ellos con los ciclistas, los ciclistas con los peatones, los peatones con los mismos peatones y a veces con las personas con alguna discapacidad.

Somos personas que ansían aislarse en un torbellino de seriedad y agresividad; tanto permanecemos en este torbellino que, al salir y ver gente amable, uno se sorprende gratamente, llegando a celebrarlo y aplaudirlo porque el que alguien de buenos días es, simplemente, digno de admirar.
Pero también existe esa contraparte en la que si uno se quita los audífonos, ve lo podrido que está nuestra generación, y no sólo la nuestra, sino todas. Se oirá el ruido de bocinas enfadadas, de conductores gritándose entre sí y amenazándolos; se verá a chicos hablar de la chica gorda del salón a la cual nadie quiere follar; se oirán los famosos piropos y vulgares saludos; se verá a una joven pareja peleando a gritos en la calle; se verá asaltos, choques de autos; quedará en evidencia de que el mundo en que vivimos es machista, homofóbico, agresivo, indiferente y cruel. Quedará en evidencia todo esto y, después de todo,
¿Quién quiere ver la decadencia de la humanidad?

1 comentario:

  1. Es que no cuesta nada ser amable. Es gratis y beneficioso para todos.
    Siempre reclamamos amabilidad, pero pocos la dan (al menos en España, mi país). Una lástima, pero sí que estamos en proceso de decadencia...


    ¡SALUDOS Y FELIZ SAN JUAN!

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